Hola chicas... ayer noche, tras bebernos un mar entero de limoncello, volvimos a tener la discusión que más nos gusta a Ane, Carla y a mí. Como no podía ser de otra forma, se centraba en los HOMOS... más exactamente en si molan o son sólo unos capullos.
Carla, la "aquilesa" de Homos, es la que siempre termina sacando el tema. Ella odia al Homo... seguramente por que no logra entender sus pautas de comportamiento.
Os aclararé que Carla, siendo como es tan práctica y que vive tan en el mundo real, precisa para su estabilidad entenderlo todo. Que algo escape a su comprensión, a su análisis, a su razonamiento práctico la pone de los nervios. A ver si me explico: Carla, cuando está sobria, siempre preconiza que todos los HOMOS son exactamente iguales. Lo repite hasta dormida. El caso es que cuando se bebe un millar de limoncellos, deja de estar sobria y pasa a estar ebria... y claro, todos sabemos que las teorías y axiomas del estado sobrio se van a la "M" cuando se deja de estarlo... Es lo que tienen un millar de limoncellos: impiden que una misma se mienta a sí misma. En este punto (un millar de limoncellos después), Carla reniega de sus incertidumbres sobre los HOMOS.
—Estoy piripi, chicas... se me nubla la razón y pierdo el criterio con esto de los HOMOS.
—Pues yo creo que es cuando más clara tienes la mente Carla —responde Ane.
—Qué va, Ane. Cuando bebo siempre me pasa lo mismo.
—¿Lo mismo?
—Ya sabéis chicas... Que los Homos me dejan de parecer tan capullos: aunque en el fondo sepa que son unos CAPULLOS.
Ane y yo, llegados a este punto, nos miramos y soltamos al unísono:
—¡LOS HOMOS ALGO TE MOLAN!
A lo que Carla responde:
—Sois unas cabronas.
—Reconócelo, Carla, te molan.
—Vale, vale... Sólo un poquito.
Entonces Ane me mira un instante y suelta, como siempre:
—Eso es que te hacen falta más limoncellos, Carla.