Mi TERAPEUTA particular escucha y escucha sin tan siquiera mirarme. Y cuando acaba la sesión, así, como mirando al infinito ese donde la esperanza no alcanza a llegar dice: "Estás perdidísima, Neka". "Tienes que encontrarte". Y entonces yo, mirando hacia ese lejano infinito sin solución respondo: "Claro, claro... no sé ni por donde me ando, Blanca". Mientras en mi interior pienso en lo a gusto que me quedaría estrangulándola allí mismo.