Nosotras nacemos con el sacapuntas incorporado, mientras que a los tíos les importa un rábano los sacapuntas.


  • Fecha:18/08/2017 11:30
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10. LO NORMAL, TÍA.

            Qué verdad más inmensamente grande es esa que dice que «cada mujer es un mundo». No encuentro otra explicación plausible para que la Terape se pusiera como una bruja con verrugas. Y no quiero insinuar que la Terape las tenga, que no las tiene, o al menos a simple vista.

            Lo que a mis amigas y a mí nos había parecido una acertadísima respuesta, a la superentendida le había parecido una «m».

            Esta tarde, que hemos estado planificando la colosal y al mismo tiempo simplísima idea de Ane, me han dicho Carla y Ane que no me agobie tanto con la Terape. Que ya le iré cogiendo el truco con las sesiones, que nadie nace aprendido.

            —Es que has tenido mala suerte con la Terape —ha afirmado Ane.

            —¿Y eso por qué? —me he extrañado.

            —Por tocarte una tía. Seguro que un tío hubiera sido mil veces más comprensivo con la explicación que has dado. Además, a los tíos nada les afecta igual.

            Ahí, como de costumbre, Ane la había vuelto a clavar. Nosotras nacemos con el sacapuntas incorporado, mientras que a los tíos les importa un rábano los sacapuntas.

           —Seguro, Neka —intervino Carla emocionada ante la nueva agudeza de Ane—. A un Terape homo le hubiera parecido tan normal la explicación. Para los tíos casi todo es «lo normal, tía».

           Eso era también cierto.

           Os diré que los homos, que son pasotas crónicos, lo solucionan todo con sus cuatro frases:

           Frase 1: «Lo normal, tía».

           Frase 2: «¡Tampoco es para tanto, tía!».

           Frase 3: «¡Vaya marronaco, tía!».

           Frase 4: «Se la va a cargar, tía».

           Y esto es porque no se cuestionan las cosas como nosotras. Aunque, bien mirado, es una suerte solucionar cualquier cuestión tan ricamente.

          Os pondré un ejemplo, aunque hay millones, claro.

          —Paco, ¿te has enterado de que la fiesta de despedida de Carlos la hicieron en Canarias?

          —Lo normal, tía.

          —¿Y de qué estaban tan borrachos que perdieron el vuelo de regreso?

          —Tampoco es para tanto, tía.

          —Pero es que tuvieron que suspender la boda.

          —¡Vaya marronaco, tía!

          —¿Cómo que vaya marronaco? ¿Pero tú sabes lo que le ha costado a Marga prepararlo todo para esto?

           —Se la va a cargar, tía.

           En esto yo los envidio un pelín: como ya dije, es una enorme ventaja no tener el «un sinvivir».

           Pero paso de agobiarme más con Blanca. Ahora quiero terminar de recontaros lo de las etapas del «sí, pero no» ya que estoy deseando contaros la colosal idea de Ane. Me muero por que llegue mañana. Ahora estoy demasiado enfadada con la Terape, y aún más deprimida conmigo misma.

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