— Ayyyy, Neka —suspiró mi hermanita Jaio, antes de pasar a la siguiente carita de Jon. —Existen miradas que te atraviesan el alma y te deshacen por completo. La que me lanzó Jon al verme marchar aquella misma noche, fue la más intensa de las que haya existido jamás.
—Hay que ver lo exagerada que eres, Jaio.
—No Neka... No exagero nada de nada. Fue como si el dulzor de su esperanzada se desvaneciera de su alma. Es como si ese lazo magnético que se desprendía de su mirada hubiera atado mi alma. Te lo juro, Neka. Nadie hubiera podido resistirse a una mirada como está —rebuscó en el móvil con impaciencia antes de levantarlo en mi dirección.
—¡Ayyy! ¡Por Dios, Jaio...! ¡Qué monadita tan preciosa! —No pude impedir derretirme.
—Lo ves... Una no es de piedra.
—Y aunque lo fueras —reconocí la imposibilidad de luchar contra mirada semejante.
—Después, durante los siguientes fines de semana lo busqué. Nunca dije nada a Marga y Olatz, claro. Hubieran pensado que soy una boba que me engatuso con cualquier cosa.
—Y lo haces, Jaio.
—¿Esto es cualquier cosa? —volvió a poner delante de mis narices la foto del gatito.
—Jaio, sólo digo que somos unas tontas. Que no aprenderemos nunca. Que la naturaleza del "homo" nunca la entenderemos ya que es incomprensible.
—Marga, que es una experta en la naturaleza del "homo" porque ya sabes que tiene cuatro hermanos y un novio desde que tenía 14 años dice que los hombres son hombres; y que no se entienden ni ellos por que les da igual todo. En cambio nosotras, que somos mucho más complicadas, queremos entenderlo todo. Seguro que nosotras fuimos las primeras en preguntarnos por el sentido de la vida, Neka.
—Lo más probable, ya que los hombres solo quieren vivirla: Para ellos, entender el sentido de la vida no es ningún misterio: "hemos venido a este mundo a pasarlo de cojones", es lo que cree la inmensa mayoría. Es por eso que somos unas tontas al creernos sus caritas... creemos entenderlos cuando las ponen y nos damos de narices. Definitivamente somos una bobas así de grandes —extendí los brazos todo lo que pude a los lados antes de abrazarla.
—Eso seguro... Neka —se revolvió entre mis brazos hasta soltarse. —Aunque a lo mejor es que somos demasiado buenas.
Carla nunca aceptaría esto, para ella cuando se trata de homos, somos tontas de remate. Ane, por supuesto, estaría mucho mas de acuerdo con mi hermana: "Es que de tan buenas que somos terminamos siendo algo tontas" suele decir ella, a lo que Carla replica "para nada, Ane, somos unas tontas".