Todo fue sobre ruedas para Jaio, con su nuevo amor, durante las dos primeras semanas.
—Pero a las dos semanas apareció la que mucho me tenía que aparecería —continuó Jaio con la cronología de los acontecimientos de su último amorío roto.
—¡La EX! —Me salió del alma esa intuición que hemos sufrido todas.
—¿Cómo lo sabías? —Me miró con carita de asombro.
—Por que los amores que parten de un corazón de homo roto suelen tener esa sombra que se cierne sobre ellos. Los homos son así: les partimos la cara y como si na... Al día siguiente están dispuestos a una reconciliación.
—Ya. Tienes toda la razón Neka... ¿Por qué será?
—Carla dice que los "homos" son animalejos de cerebro licuado... y que un "chumino a tiro" es algo imposible de rechazar para ellos. Imagínate que a Carla, un ex, le llegó a proponer un último "polvete": Algo así como la espuela de los polvos.
—No me lo puedo creer... ¿En serio?
—Por su puesto, Jaio. Carla no bromea para nada con estos asuntos. Ya la conoces.
—¿Y cómo fue?
—Ella estaba algo piripi, y le entraron algunas dudillas sobre al ruptura... ya sabes. Él se puso a tiro intentando camelársela con unos limoncellos... Ella, algo pirípi, "que si había sido chulo aquel viaje", "aquella fiesta..." Imagínate, Jaio. Que si jiji, jaja... Vamos lo típico. Y entonces va él y le salta: "Podíamos echar un polvete por los viejos tiempos"
—¿Y ella que hizo?
—Pues cómo iba algo "piripi". Mejor dicho muy "piripi", se lo echó.
—¿En serio? Entonces no somos tan diferentes de los "homos".
—Claro que sí somos tan diferentes, Jaio.
—¿Seguro Neka? Visto como me lo cuentas no me lo parece.
—Pues, sí Jaio... Como dice Carla, nosotras nunca propondríamos un "polvete por los viejos tiempos"; no somos tan desvergonzadas como ellos.
—En eso tiene toda la razón, Neka. Yo me moría de vergüenza.
—Lo ves. Pero sigue. ¿Cómo fue lo de la Ex de tú Ex?
—A las dos semanas comenzó a darme plantón en el último momento... que si un examen, que sí un partido, que si estoy cansado... Y claro, el sábado pasado, que ya me olía todo a cuerno quemado por que se pasó toda la tarde escondiendo el teléfono, le dije con esta cara —me mostró otra cara de gatito en el móvil— ¡Tú estás quedando con otra!
—Lo negaría... seguro —afirmé.
—Claro. Pero en la cara vi que no se lo creía ni él. Así que le pregunté "¡¿Y quién es?! ¡Y no me mientas! ¡Qué llevo aguantando tus lamentos e indecisiones casi un mes!
—Ya. Muy típico. Si es que cuando les parten el corazón no saben estar un día solos.
—Es que me llamó, Naroa —dijo.
—Y tú, pánfilo, le cogiste el teléfono después de irse de "torti".
—Es que me pilló desprevenido... —Puso como pretexto.
—¡Cómo no! —repuse.
—El caso es que lo engatusó. "¡Qué si me ha sentado muy mal acabar así! ¡Qué no tuve corazón! ¡Qué no te lo merecías! ¡Qué me gustaría que nos viéramos! ¡Qué estoy fatal por cómo te traté!" —me contó que puso como pretextos la víbora tortillera.
—¿Y tú que hiciste?
—Preguntarle si se habían enrollado. ¿Qué podía hacer si no?
—Ya.
—Me dijo que no... pero claro: Si la primera mentira fue evidente imagínate esta. Así que corté.
—Bien por ti, Jaio. Ojalá vuelva su ex de "torti" y quiera volver.
—Pues iría listo... Conmigo, cómo con Carla: nunca en la vida.
—¡Menos cargada de limoncellos, claro! —bromeé.
—¡Menos cargadísima de limoncellos, claro! —Rió Jaio.
Otro día os cuento más. Un MUXU.